lunes, 16 de mayo de 2016

Noticiero

He recibido mi dosis personal de violencia.
Casi cuarenta minutos frente al televisor
para que los presentadores – él vestido de frac
ella con un atuendo muy clásico –
me dispararan la ráfaga de atracos
de ataques con ácido
de accidentes automovilísticos
y de asesinatos pasionales
con que los reporteros han coronado el día.
El con gesto adusto ha anunciado
el desmonte de una estación espacial
cuyos fragmentos comienzan a caer
en cualquier lugar de la Tierra.
Ella, impasible, habla de la corrupción
de los efectos del desfalco en el erario.
El raponeo, las bandas de sicarios
las pandillas y la violencia policial
han sido incluidos entre las notas del día.
Frente a esto, yo, televidente de ocasión
apago el televisor antes del reporte internacional.
Evito ver lo anterior llevado a escalas mayores
tal vez al estado de la guerra total
en que quizá el mundo se encuentre.
Me prohíbo pensar en las calles
en los orates y sin casas que las habitan.
Pienso en la franja de farándula
con que el noticiero culminará
este trágico inicio de mi jornada laboral.
Esta primera dosis me obliga a pensar
en las garantías del encierro
en optar por meterme debajo de la cama
en no abrir la puerta
para evitar que una bala perdida
pulse en mi cabeza el botón de apagado
que mandará al carajo todo esto.

Jesús David Buelvas Pedroza