sábado, 20 de mayo de 2017

Solo… un muñeco



Sólo un muñeco sobre el techo de la casa vecina.
Lo veo desde la ventana del segundo piso.
Me pregunto en qué tarde de juegos habrá llegado hasta allí.
Parece contarme acerca de las manos
de los mimos y apretones que extraña
de los días en que reposó sobre una almohada
mientras penetraba los sueños de una cabeza infantil.
En ocasiones he querido rescatarlo
devolverle un poco de esa vida que dio
a quienes lo usaron para crecer.
Seres humanos muy parecidos a mí
cuando me alejo sin llevar a cabo mi anhelo.
Un adulto apto para ignorar los arranques
del niño que se asoma a la ventana
quien con su voz de matices que ya no distingo
me recalca que siempre dejamos las cosas que fuimos
(las cosas que tejieron la alegría de nuestra existencia)
para dedicarnos, irremediablemente, a ser nosotros mismos.

Jesús David Buelvas Pedroza