El
insoportable peso de la memoria
“La suma de tantas desgracias tal
vez habían hecho del mundo
un lugar para la mala vida, un
pozo de suspiros infructuosos
por la felicidad que no se
conoció”
Roberto Burgos Cantor La ceiba de
la memoria
Tan sólo el arte, en especial la
literatura, nos permite recrear a manera de testimonio catártico los pormenores
de nuestra desgracia. Gran parte de la historia de la humanidad no es más que
el recuento de sus tribulaciones, de los diferentes momentos en que el hombre se
ha ensañado en contra del hombre mismo, sometiéndolo a vejámenes y
humillaciones que de sólo recordar nos sumergen en los abismos del vacío y la
vergüenza. Sin embargo, manifestaciones como la pintura, la escultura, el
teatro y en este caso la literatura, nos permiten revisar estos episodios
comprometedores de nuestro devenir esperanzados en que, a pesar de todo, seamos
capaces de enmendar en algo esta Historia Universal de la Infamia que con
nuestro paso avasallante por el mundo nos hemos dedicado a construir.
Nuestra historia reciente y la de
los siglos anteriores están determinadas por el carácter errático de nuestra
humanidad; por la búsqueda incesante del poder a costa del sometimiento y la
destrucción; por la humillación de los otros hasta el cansancio y el exterminio
de sus voluntades. Esas historias generalmente son contadas por medios
oficialistas que ocultan, con fines nada claros, los pormenores del infortunio,
dejándonos el sinsabor de todo cuento “mal echado”. Afortunadamente para
nosotros, existe la conciencia del escritor que sin dejar de lado su amor por
la ficción, decide centrarse en el hecho histórico para novelarlo; lo
investiga, modela las voces, los personajes necesarios, anticipa el tono de su
relato y se dispone para recrear de manera llamativa aquello que los años y las
necesidades del ocultamiento no nos habían revelado. No es la historia “real”,
pero tiene de valioso, más allá del relato que repetimos de memoria en las
escuelas, la interpretación osada que lo hace atractivo para todo ser humano.
Esta mirada del escritor deja
como resultado un relato que conmociona hasta el punto de conducirnos a la
revisión crítica de nuestra historia, generando en los lectores la necesidad de
rebelarnos en contra de esas cortinas de humo creadas por los relatos
oficiales; velos que al ser corridos nos dejan frente al vacío, ante el
sinsabor que todo ser humano experimenta cuando se percata de que su historia
personal o la del colectivo al que pertenece pueden estar fundadas sobre una
falacia. Es esta posición en contra del ocultamiento, esta necesidad de una
revisión crítica de los hechos, esta ansiedad producto del sinsabor, del vacío,
esta sensación de no haber contribuido para rectificar nuestros asuntos lo que
nos queda después de leer “La Ceiba de la Memoria” de Roberto Burgos Cantor.
Este libro es la historia de la
ignominia hecha novela. A partir de un entramado que inmiscuye personajes de
espacios y tiempos diversos, unidos por recursos a través de los cuales se
confecciona la necesidad que parece impulsarlos a todos, incluyendo al lector,
se ficcionan los pormenores de la esclavitud en los tiempos de la colonia, los
despojos productos del holocausto nazi y el profundo desarraigo del hombre
moderno. Esta novela está construida a partir de voces que con una fuerza
particular cuentan sus tribulaciones y ofrecen su visión acerca de los aspectos
de la cotidianidad que ellos mismos protagonizan. Por medio de este recurso
narrativo participamos de la inquebrantable fe y el sacrificio de Pedro Claver;
del reservado escepticismo de Alonso de Sandoval; del reclamo y la resistencia
por parte de Analia Tu Bari; de las inquietudes vitales y los cuestionamientos
planteados por Dominica de Orellana; del grito de rebeldía lanzado por Benkos
Biohó en contra de todo lo que representa el despojo. No se quedan atrás el
relato en torno a la búsqueda de una justificación para la existencia por parte
del escritor el escritor Thomas Bledsoe ni la voz del personaje innominado por
medio del cual se emparentan la ignominia de la esclavitud americana con el
desaliento que produce en el espíritu humano la desastrada huella generada por
el holocausto nazi.
Alrededor de estas voces
centrales existe una saga de personajes que no dejan de ser importantes para el
relato. Seres tan bien confeccionados que se convierten en prototipos de las
facetas humanas que entrañan; que nos dejan ver a través de sus acciones e
ideas cada una de esas cosmovisiones forjadas a través del tiempo, en medio de
las contingencias que a todos los seres humanos nos corresponden. En este nivel
nos compenetramos, entre otras caracterizaciones, con la picardía casi perversa
de la cómplice Magdalena Malemba; con la búsqueda de la tranquilidad brindada
por la soledad a la que siempre parece aspirar el capitán Alekos Basilio Laska
y con el equilibrio y la comprensión marital encontrados por la tan opuesta
pareja formada por Stela y Hans.
Todos estos personajes y las
situaciones que protagonizan se abren ante el lector como un camino para la
comprensión de los más profundos recovecos de la espiritualidad humana. Una
espiritualidad diversa, alimentada por las creencias, por las convicciones, por
las búsquedas que a cada hombre, dependiendo de su tiempo y su contexto le
competen. Es así como esta novela, colmada de voces que exigen el respeto por
la diferencia, está planteada como una totalidad con la que el escritor
confirma una vez más la permanencia de este género y a la vez demuestra que la
ambición narrativa de recrear el mundo y al hombre en su integralidad sigue siendo
posible.
Por medio de estos relatos que se
entrecruzan utilizando como pretextos narrativos las indagaciones y los apuntes
hechos por un escritor acerca de una parte de la época de la colonia en
Cartagena de Indias, la búsqueda de respuestas en torno a la validez del oficio
de la escritura y la justificación de la existencia por parte de este mismo
escritor así como a través de las percepciones de un profesor de literatura
acerca de la realidad europea posterior a la segunda guerra mundial, nos inmiscuimos
en una serie de saltos temporales y espaciales que permiten recrear un mundo
posible a partir del cual podemos comprender que la historia de la humanidad es
una sola y que todos sin excepción hacemos parte y somos responsables de ella.
Esta novela, a través de sus
personajes y situaciones, recrea esa faceta del ser humano a la que los
múltiples vicios de esta sociedad nos han hecho esconder. Se trata de esa
capacidad que nos faculta para ser sensibles, para conmovernos ante la
desgracia y dimensionarla hasta el punto de comprender que a partir de ella
también podemos construir y crecer. “La ceiba de la memoria” es un testimonio
del espíritu humano con sus defectos y virtudes; un compendio de voces que
claman desde la diferencia; voces que hablan de nuestra humanidad constipada
por las dudas y las frustraciones que en última instancia, entre todos, debemos
resolver.
Jesús David Buelvas Pedroza
No hay comentarios:
Publicar un comentario