martes, 23 de julio de 2019

Encuentro con la Inspiración. Sin usanza a lo decimonónico



Esta tarde, de regreso a casa me encontré a la Inspiración, esa en la que creen los poetas que a pesar de los caminos recorridos por la poesía durante el siglo veinte, se empeñan en enmelosar su lenguaje y en joderle la vida al crepúsculo. Estaba harapienta y algo avergonzada cuando me vio. Aún así se me acercó y con voz lastimera me pidió que le colaborara con algo. Yo me detuve. Me era imposible pasar de largo ante tan excepcional manifestación. Le dije que quería que se bañara y mejorara su apariencia. Me dijo que sí. Así que del dinero recién recibido por mi quincena, le compré un jean, sandalias y una blusa, fue a mi casa, se bañó y vistió su ropa nueva. Después de comer del almuerzo que compré para ambos, merodeó entre mis escritos y se percató de que en ellos no había nada que la aludiera, que mis textos para ella, eran de gran altura y sin las arandelas caducas que usaban los poetas que la habían arruinado. Después de una buena visita me dijo que se marchaba pues, según ella, yo no la necesitaba. Le pregunté a dónde iría. Con tranquilidad me dijo que a la calle. Necesitaba encontrar otros poetas que como yo, la siguieran reivindicando.

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