domingo, 13 de junio de 2021

Los poetas muertos en la sociedad de la farándula

José Emilio Pacheco, en una entrevista, afirma que vivimos en un mundo raro en el que importan más los poetas que la poesía. Lo que ocurre en estos días con los escritores que han muerto por diferentes razones, entre ellas el coronavirus, me ha hecho pensar en esa expresión del poeta mexicano. Estos sucesos me han recordado también unos versos de otro gran poeta; el venezolano Juan Calzadilla. Este, en uno de sus poemas del libro Aforemas, alude al hecho de que todos los poetas, la academia y no recuerdo cuántos más, desean profundamente la muerte del poeta para poder hablar de él como no lo hacen por envidia mientras el poeta permanece vivo. 

Lo enfermizo y lo monstruoso tienen su residencia principal en el corazón humano. Y yo creo que de lo que hablo es una actitud enfermiza que con las redes sociales se ha agravado. Siento que nuestro narcisismo ha llegado a tal punto que la gente desea que todos los días muera un escritor para publicar la foto que en algún recoveco de la galería del celular se tiene posando al lado de ese personaje. Queda en evidencia con esto que en realidad, más importante que dar muestras de pesar ante la muerte de un ser humano, resulta toda la cantidad de reacciones que esta publicación pueda generar. Me llego a imaginar a personas revisando cuantos me gusta recibió su foto de pésame por la muerte del escritor x o y.

La muerte y todo lo referido a ella, pienso, deberían seguir siendo parte del plano íntimo humano. Ni la muerte de un escritor ni la de nadie deberían ser actos de exhibición en las redes sociales. Eso está en la misma línea de los chismes de la farándula. Es por ello que me afirmo en la idea de que ni el recuerdo de la persona aludida ni las condolencias por su muerte serían lo importante para quienes la exhiben en una publicación de Facebook. Lo que importa en realidad es que la publicación sea vista por mucha gente para complacencia del yo sobre expuesto de quien la realiza y que muy seguramente nunca habrá leído un libro del occiso.

Tal vez exagero. Los domingos a mi imaginación se le da por ello y suele jugarme malas pasadas. Le gusta llevarme muy por fuera de lo que la supuesta moral de turno de la gente defiende.  Sin embargo, no me es posible dejar de pensar en todo esto que he comentado y que me viene dando vueltas en la cabeza gracias a la cantidad de publicaciones que he visto, reforzado a la vez por los escritores que he mencionado al inicio y por la clarividencia de sus palabras. 

Solo tengo un calificativo para lo que he descrito; es una actitud carroñera o al menos así lo percibo. Una actitud de hiena o golero que se ha afianzado en la farándula literaria de estos tiempos. Farándula literaria supremamente mansa, nada lectora de las obras de los escritores sobre cuya muerte supuestamente se duele, farándula literaria amante de los homenajes póstumos cuando de aprovecharse del escritor desaparecido se trata. Farándula literaria que se complace en dejar morir a esos escritores en la inopia, en el olvido sin comprarles un libro, sin leer sus libros, sin escribir una reseña sobre ellos, en ocasiones hablando pestes de dicho escritor mientras está vivo y convirtiéndolo en estrella para usufructuar su imagen después de su muerte si esta lo permite. Farándula literaria peligrosa cuya actitud enfermiza se ha afianzado gracias a su relación estrecha y acrítica con las manías del consumo y las redes sociales. 


Jesús David Buelvas Pedroza


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