En una tarde como esta en la que el mundo a mi alrededor se debate en torno a discursos confusos que van de uno a otro lado, prefiero asomarme a la ventana. Surge entonces la pregunta ¿ya que estamos aquí más de siete mil millones cómo hacemos para ponernos de acuerdo? ¿Cuántos cientos o miles de años faltarán para que un día a pesar de las diferencias caminemos solo en la dirección de lo humano? Mientras eso pasa, prefiero la tranquilidad de mi habitación, el equilibrio que me produce respirar profundo y pensar que lo más hermoso que me puede pasar es esta profunda indiferencia
sábado, 10 de agosto de 2019
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